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Bego Antón. Retratando la burbuja rosa

Bego Antón. Retratando la burbuja rosa Bego antón
© Bego Antón

«Everybody loves to ChaChaCha» es el último proyecto de la fotógrafa Bego Antón, quien partiendo de una original actividad entre perros y humanos, crea una serie de fotografías que incide en los temas principales sobre los que ha construido su trayectoria creativa. En esta entrevista profundiza sobre la gestación, desarrollo y recorrido del mismo.

¿Cómo surge la idea de documentar en fotografías esta disciplina tan curiosa de baile y coordinación entre perros y dueños?

«Everybody loves to ChaChaCha» empieza mientras estoy haciendo una residencia en el ISCP de Nueva York. Mi propuesta inicial es hacer un proyecto sobre las contradicciones en la relación que tenemos con los animales; por qué hay unos animales que amamos, otros que odiamos, otros que nos comemos. Fue buscando en Internet temas relacionados con esto para desarrollar mi proyecto cuando encontré un vídeo de Caroline Scott y Ricky bailando una canción de «Grease» y me quedé alucinada de lo que vi. Así fue cómo descubrí el Musical Canine Free Style. Fue entonces cuando decidí que en vez de hacer un proyecto más general sobre nuestras contradicciones en la relación que tenemos con los animales, me concentraría en documentar el baile entre humanos y caninos.

¿Esta serie fotográfica forma parte de una evolución que conecta con tus anteriores trabajos o se aleja bastante de lo que como fotógrafa habías realizado hasta la fecha?

Creo que mi trabajo siempre gira en torno a las mismas ideas. Suelo decir que trabajo sobre un triángulo amoroso, la relación de amor-desamor entre seres humanos, animales y naturaleza. Luego también me interesan grupos que sean un poco extraños, por sus ideas, formas de vida o pasatiempos, extraños o poco comunes y creo que este tema engloba todas mis áreas de interés. Creo que al final los fotógrafos acabamos encontrando nuestros temas y acabamos trabajando, de forma inconsciente, en una misma área.
¿Ha supuesto una dificultad añadida tener que retratar a animales o han sido tan disciplinados a la hora de posar como en las coreografías que ejecutan?

Yo estaba preocupada por ello, porque sí puedes comunicarte con un humano, pero con un perro era más complicado, pero la verdad es que ha sido más fácil de lo que yo me imaginaba. La dificultad ha venido por el hecho de fotografiar el movimiento del perro, porque fotografiar a un humano bailando con otro humano es fácil, es decir, nosotros podemos imaginar viendo la fotografía los pasos que han venido antes y los que han venido después, pero no resulta sencillo si se trata de captar el movimiento de un perro. Por ello el proyecto incluye, además de los retratos, un pequeño documental en el que se incluyen las coreografías. Pero la verdad es que son perros bastante disciplinados, muy formales, supersimpáticos y no ha sido especialmente difícil fotografiarlos.

Varias, si no todas las fotografías parecen haber sido tomadas en los hogares de sus protagonistas. Habrá sido un largo proceso desde el primer contacto hasta conseguir resumir en una imagen esa complicidad tan especial entre perros y amos.

Para mí era fundamental fotografiar a esas mujeres en sus casas. La primera vez que vi el vídeo que te comentaba antes, no me decidí a fotografiarlo al momento porque veía que el lugar donde entrenan era muy frío, sin mucha personalidad. Quería ir a sus casas porque sabía que el espacio en el que ellos conviven iba a darme mucha más información de su personalidad, de su psicología, de saber cómo son ellas viendo, por ejemplo, la decoración de las casas, objetos con formas de perro, platos decorados, mantas, colchas… todo tenía forma de perro. Mi intención era trasladar esta obsesión a las imágenes, retratando también el entorno en el que entrenan y conviven. Además era mucho más fácil fotografiar a los perros en su ambiente. Si les llevas a una casa nueva empiezan a olisquearlo todo ya que el perro es muy curioso por naturaleza, así que en su propia casa están mucho más tranquilos y es más sencillo fotografiarlos.

¿Tuviste en algún momento la tentación de parodiar de alguna forma a quienes ibas a retratar? Es a priori un tema que puede causar hilaridad y que muchos fotógrafos habrían enfocado desde un punto de vista algo más mordaz. Algo de lo que tú te has apartado absolutamente.

Mis temas son delicados en cuanto a las temáticas que abordan, pero para mí es fundamental tratarlos con respeto, qué menos. Me abren la puerta de su intimidad, comparten conmigo sus experiencias y solo faltaría que yo hiciera con ellas un tipo de imagen paródica. Mi intención es siempre alejarme de ello. Estas mujeres son unas valientes y unas pioneras y mi intención es elevarlas siempre, porque creo que hacen algo muy valiente, poco común. Son muy conscientes de que desde fuera la gente puede verlo como algo extraño. Preguntándolas sobre lo que opinan sus allegados suelen decir que piensan que están locas, incluso a una de ella la llamaban «the crazy dog lady», la loca de los perros. Saben que están haciendo algo extraño pero se lo toman con humor y sobre todo no les importan las críticas externas. Lo más importante de esta especialidad de baile o al menos la conclusión a la que yo he llegado es que se crea una especie de sincronización con sus mascotas, una especie de lazos que no es posible describir con palabras. Se crea una relación que no he visto en ninguna otra relación humano-animal. Es un deporte igualitario, no se puede hacer sin el humano y no se puede hacer sin el animal, y como es un deporte de amor, no importan las críticas externas, eso es lo fundamental. Al inicio del proyecto iba con la idea de que sin querer tendemos a humanizar a nuestras mascotas, a darles cualidades humanas que no necesitan de forma un tanto egoísta y cuando terminé el proyecto me di cuenta que también sucede todo lo contario, es decir, que de alguna manera nos animalizamos por ellos, por lo que me lleva a pensar que humanizar las mascotas tampoco es algo negativo en este caso, sino algo que se basa siempre en el amor. Hay un intercambio alucinante y creo que es mucho más perceptible cuando se ve en persona. Ellas hablan de algo llamado «pink bubble» (burbuja rosa) como ese momento en que humano y perro bailan llegándose a tal punto de compenetración que se entra en una dimensión en la que el resto del mundo desaparece. Es muy emotivo poder observar esa conexión que alcanzan.

¿Cuál ha sido hasta ahora el recorrido de este trabajo? ¿Va a volver a exponerse a corto plazo? ¿Acabará publicado como fotolibro?

«Everybody loves to ChaChaCha» la verdad es que es un proyecto muy jugoso. Era un tema desconocido y ha tenido buena acogida tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Se expuso en Washington hace algo más de un año y la idea es que vuelva a exponerse en mayo en el Canal de Isabel II en la exposición que está comisariada por Jesús Micó y posteriormente aparecerá en la Kursala por lo que se publicará un fotolibro, esto ya de cara a 2018, pero bueno, el proyecto se compone de imagen y de un pequeño documental que haré público en seguida.

 

«Everybody loves to ChaChaCha» es un trabajo representado por la Agencia Zoom:

 

 

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