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Editorial El Paseo. Creando un itinerario literario.

La editorial sevillana El Paseo surge con la pretensión de trazar una trayectoria independiente forjada en la publicación de libros de cuidada edición y alto valor literario para encontrar así un lugar reconocible para los lectores. Hablamos con su responsable, David González Romero, sobre el oficio de editor y el futuro del sector en un mundo cada vez más cambiante.

La aparición de una nueva editorial es algo noticiable hoy en día.
Me dicen que soy optimista poniendo en marcha este empeño de El Paseo Editorial, y aunque yo personalmente no me considero optimista, tengo que confesarte que montando una editorial cumplo un sueño y, sobre todo, sigo haciendo libros, que es lo más me gusta. En esto de editar, que es un oficio, y es algo que se aprende sobre la marcha, hay una vocación inicial que se va reforzando y te hace permanecer impasible en tu empeño por muchas circunstancias negativas que se te crucen. De hecho, me niego a pensar que el mundo del libro sea una catástrofe, por muchas señales que recibamos en ese sentido. El libro es imbatible y seguirá siendo la herramienta fundamental del ser humano para adquirir verdadero conocimiento, y por tanto, para ser mejor persona. Por tanto el libro tiene larga vida. Hay momentos coyunturales difíciles, pero creo que siempre hay público esperando una buena oferta de libros, y en ello andamos.

¿Qué destacarías de vuestra editorial que la diferencie de otras?
El Paseo responde a su nombre. Es una editorial que irá sacando aquellos proyectos que se encuentre por el camino y que, a nuestros ojos, hagan méritos para que sean publicados. Si quieres nuestros libros serán como huellas de un itinerario, o como esos paisajes y momentos que te obligan a hacer un alto en el camino. En ese sentido, tendrá algo de deriva editorial, quizás de editorial de autor, y renuncia a una especialización excesiva y privativa. Simplemente buscamos libros por los que sintamos la necesidad de verlos publicados.
El Paseo, además de a la plaza de mi pueblo -Aracena, Huelva-, o a un escritor al que admiro, que es Robert Walser, alude precisamente a eso, al catálogo como un itinerario donde cada paso es un libro y cada libro deja una huella, y se marca un camino de relaciones entre unos libros y otros. Me gusta mucho esa idea de que un libro lleva a otro, pero sin un afán de especialización del catálogo, sino por relaciones fortuitas, felices coincidencias o relaciones de causa mayor. Lógicamente espero que eso se vea conforme avancemos porque esto no ha hecho más que arrancar.

Coméntanos las características de las diferentes colecciones en las que os encuadráis , ¿alguna de ellas pretende cubrir una demanda que no haya podido satisfacer el resto de editoriales?

Quizás que vamos a apostar por el humor, también por la ficción de peripecias, aventurera, por la literatura contracultural, política, satírica. En la no ficción haremos cosas asociadas a momentos históricos que me interesan mucho, como la Alemania de Weimar, o el París de 1848, momentos que yo califico de seminales para entender nuestros propios tiempos. Ya te puedo anunciar que hemos contratado por ejemplo los diarios de Carl Schmitt, un pensador peligroso pero al que considero fundamental para comprender ciertas dinámicas políticas de hoy en día.
Pero también haremos colecciones más obvias, de manuales asociados a la creatividad, o de libros para primeros lectores. La colección “d-9-a-99” es una de mis ilusiones, dar libros que conecten a mayores y menores, para que se hagan recomendaciones, para hacer lectura conjunta. La hemos iniciado con Historias mágicas de Oz, de L. Frank Baum, el autor de El mago de Oz, y seguiremos con Edward Lear, Edith Nesbit, o autores contemporáneos muy cercanos como Fran Nuño y otros que ahora mismo están en negociaciones y prefiero no mencionar.

Algo que interesará a autores ávidos de publicar, ¿calidad aparte, qué requisitos ha de cumplir una obra que os llegue para decidir acabar publicándola?

Cuando haces la lectura editorial, a tus gustos y tus inquietudes, tienes que sumar las del público lector. Hay que pensar en los lectores, en cuánto les durará un texto en las manos, en el ritmo, la peripecia. Son nociones básicas, pero más allá de ello no le ponemos ningún coto a lo que leemos, aunque hay ciertos géneros que están bastante trabajados por muchas editoriales. Nos gusta la provocación, tanto en ficción como en no ficción, y no descartamos las propuestas más comerciales, pero provocadoras, al mismo tiempo que eso que algunos llaman alta literatura…

¿Hay algún género literario y tipo de publicación que descartéis desde un principio?

No tendremos poesía, excepto en casos de clásicos o propuestas de clásicos. Eso no es tanjante, de todos, modos. Por ejemplo, ahora publicaremos canciones de Edward Lear, el credor del nonsense, del sinsentido, de los versos absurdos. Publicaremos sus canciones, digámoslo así, infantiles, aunque más bien sean para lectores avanzados y adultos. En todo caso, la propuesta es muy abierta porque vamos a hacer todo tipo de no ficción -biografía, memorias, ensayos, manuales, temas locales-. No habrá grandes prejuicios.

¿La especialización es la única salida que tiene hoy día un editorial para sobrevivir?

A efectos prácticos quizás es una vía, pero hay que preguntarse qué es la especialización. Hay editoriales que tienen un escaparate de especialización pero viven de hacer todo tipo de libros. La especialización en muchos casos es una forma de marketing para que te encasillen e identifiquen. Como te decía antes, puede sonar algo utópico, pero no queremos estar especialmente identificados.

Se habla desde hace varios años ya de que el libro de papel acabará sucumbiendo ante la tecnología y que la literatura quedará confinada a un lugar cada vez más irrelevante por el cambio en los hábitos de ocio de la sociedad ¿Estas pesimistas predicciones parecen cada vez más descartadas o vivimos una época en la que los cambios son tan profundos que poco o nada de lo que hubo quedará en las nuevas formas de vivir que se van implantando?

Es evidente que hay nuevos y variadísimos hábitos de ocio y consumo cultural que desplazan al libro. Ahora, con la democratización de los smarts, se ha producido un momento coyuntural especialmente violento. Han llegado para quedarse, eso también hay que tenerlo en cuenta. Pero después se tenderá a la convivencia, al equilibrio, y no creo que haya un desplazamiento brutal del libro, que sigue siendo una de las formas más potentes de verdadera comunicación entre humanos y la forma principal que tenemos para adquirir conocimiento real y no conocimiento virtual. En la coyuntura actual hacer libros es labor de empecinados, la verdad.

 

Foto de Carlos Márquez

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