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Kepa Garraza. Diseccionando la propaganda del poder

El artista plástico Kepa Garraza nos abre las puertas de su estudio en Bilbao La Vieja para hablar sobre su impactante obra, reflexionar mediante ella sobre los convulsos tiempos en los que vivimos y presentarnos parte de la última serie en la que trabaja en este momento, “Power”, la cual se presentará en los próximos meses.

¿En qué momento decidiste que la pintura iba a ser tu modo de expresarte y a lo que ibas a dedicarte a tiempo completo?

Pues fue un proceso progresivo. Ves que lo que vas haciendo tiene salida, ganas algún premio que te permite compaginar tu actividad creativa con otras tareas, mayoritariamente relacionadas con la hostelería, y poco a poco, te das cuenta de que ésto es a lo que te dedicas de manera profesional. Es algo que surge de una manera casi fortuita.

 

Explícanos brevemente los pasos a seguir desde que surge una idea que plasmar en una pintura hasta que se acaba exponiendo en un museo o galería, ¿Existen plazos? ¿Se trabaja por encargo? ¿Se descartan obras?

En mi caso yo tengo libertad total, decido cuántas obras van a ser y cómo hacerlas. Es verdad que luego existen otro tipo de obras, que son obras por encargo, en las que tú llegas a un acuerdo con un cliente para realizarlas, pero la mayoría de mis obras las hago por mí mismo. Y normalmente la galería no se inmiscuye en los términos creativos. Quizás se sugiere un poco en relación al tamaño que han de tener las mismas para facilitar su venta, pero los galeristas suelen ser suficientemente inteligentes para no poner ninguna condición previa en cuanto a la temática o la ejecución de los plazos.

En cuanto a mi proceso de mi trabajo es el siguiente. Empiezo a pensar sobre una idea muy abstracta y le doy dando forma a lo largo de varios meses hasta que tengo muy claro lo que quiero hacer. Entonces suele empezar el proceso de búsqueda para la construcción de imágenes. Busco imágenes en Internet que me sirvan, para luego modificarlas o las creo por mí mismo. Luego viene el trabajo de taller que es donde más horas paso, en el momento en que tengo ya una mi imagen muy definida, es cuando ya la llevo al papel o al lienzo.

 

¿Trabajas con una rutina determinada, tantos días por semana, tantas horas al día, o más bien por golpes de inspiración y sin horarios determinados?

En mi caso es rutina. Es un reflejo de mi personalidad pues me agradan mucho las rutinas. Trabajo de media unas siete horas al día de forma muy intensiva. No suelo alargarlo más pues es muy difícil mantener un rendimiento óptimo en lo que se está haciendo más allá de ese tiempo. Cuando acaba la parte del taller, llega el trabajo administrativo, gestión comercial, expositiva, la cual en mi caso cada vez es mayor, algo que creo que es imprescindible dentro de las tareas de un artista. Es un signo de los tiempos. Me gusta hablar de mi trabajo en términos de economía. Produzco un bien y sé que he de comercializarlo. Es algo fundamental para un artista profesional. Hay que saber ser hábil, no solo en el taller, y tener grandes dotes de comunicación y de comercial. Si no, es muy complicado.

 

¿Crees que esto puede ser un riesgo que vaya en detrimento de la calidad de tu obra? Tener que estar pendiente de muchas otras cosas aparte de pintar.

Es la realidad, no hay otra opción. Si quieres vivir de esto, no queda otra. La mayoría de artistas de mi generación trabajan de esta forma. A fin de cuentas es un modo de negocio que ya está predefinido y tú te tienes que adaptar a ello. He aprendido a desdoblarme actuando de una forma cuando estoy en el taller y de otra cuando llega esa parte de comercialización. Es una forma de optimizar tiempo y los recursos que uno pueda tener.

 

Tu estilo es claramente distinguible, ¿es algo prioritario para un artista que sus obras sean claramente reconocibles o el mismo hecho creativo obliga a reinventarse de manera continua?

Creo que es un equilibrio bastante complicado. Es verdad que es importante tener un estilo reconocible que el público en seguida lo asocie a una especie de producto de marca, pero también es verdad que la gente se aburre cada vez antes, de todo, pero sobre todo en temas culturales. Hay tanta oferta que hay que ofrecer al espectador algo de verdad potente, porque de lo contrario tu aportación se diluye en la marea de contenidos que se produce de forma continua en el mundo del arte. Siempre intento darle una vuelta de tuerca a mis proyectos, con unas características muy claras, a los que llamo series. Cada serie a nivel temático aborda una cuestión muy concreta que pretendo desarrollar con ellas. Luego sí es verdad que, a nivel estilístico, posiblemente sí tengo una marca de la casa, pero la parte a la que más importancia le doy es a que cada una de las series esté muy bien armada a nivel conceptual, algo que va mucho más allá de tener una técnica depurada o un estilo reconocible.

 

Llevas ya unos años dedicado a la creación artística y querría preguntarte por cómo han ido cambiando los temas e inquietudes que reflejas en tus obras.

Como le sucede a todo el mundo en la vida, los gustos e intereses cambian y a mí me pasa lo mismo. Quizás antes tenía un matiz más irónico, más autorreferencial, más relacionada con el mundo del arte y últimamente algo que me está seduciendo de forma evidente es la Historia, sobre todo cómo se cuenta. La serie sobre la muerte de Osama Bin Laden, la serie “This is the end of the world…”, la crónica de una historia ficticia o en la que estoy trabajando ahora, que es un análisis sobre el uso de la escultura como forma de propaganda desde los tiempos de la Grecia Clásica hasta la actualidad. Es eso, los intereses del artista varían a lo largo de los años y eso acaba reflejándose en la obra. Mi interés por la política y la Historia quizás venga dado por la deriva que está tomando el mundo, con tantos frentes de crisis abiertos. Es algo preocupante pero a la vez muy jugoso pues da muchas cosas con las que jugar.

 

Tus cuadros tienen un marcado carácter crítico, tanto hacia la mercantilización del mundo del arte, hacia la política y sobre todo hacia los medios de comunicación. Una crítica basada en la descripción de realidades paralelas, cercanas a la realidad aunque inventadas. Es una forma original de hacerlo.

Sí, quizás es mejor utilizar un presente o un futuro cercano alternativo para criticar el presente de una manera indirecta, pues la crítica directa muchas veces, inevitablemente deriva en el maniqueísmo y eso es muy peligroso. Mediante la ficción, mediante una realidad paralela se puede realizar una crítica mucho más profunda y sobre todo mucho más aguda. Obligas al espectador a hacer un análisis por sí mismo para que pueda sacar sus propias conclusiones. El arte es siempre un juego de sutilezas. Creo que es eso lo que le vuelve mágico, las sutilezas. Que las motivaciones primordiales del artista aparezcan veladas. Creo que ahí está la gracia. Si como artista lo muestras todo de una forma muy clara, si tu obra no tiene una doble lectura, pues eso no es arte, es artesanía y la obra se olvida de una forma tremendamente fácil.

 

Además de esta fuerte carga de crítica en tu obra se percibe también una especie de fascinación por el poder o al menos por personajes de gran poder, ¿estás de acuerdo con esta apreciación?

Sí, creo que es bastante evidente, sobre todo en la obra de los últimos años. Es evidente que si te gusta la Historia, los grandes iconos de la misma estén ahí. Me interesan muchos esos grandes personajes y sobre todo cómo se han representado en el mundo del arte, el cual ha sido el único medio de comunicación y propaganda hasta hace muy poco tiempo. Sí, me interesa mucho la figura del poder y cómo se ha retratado el mismo a lo largo de la Historia. Desde el retrato de Alejandro Magno o César Augusto hasta cómo se presenta hoy día a Donald Trump en los medios de comunicación.

 

Con buena parte de los dirigentes que has retratado se podría formar casi una alineación de supervillanos, ¿no hay superhéroes en el mundo a los que retratar o es que quizás no resultan tan inspiradores?

Creo que tristemente no existen. Quizás los superhéroes de los comics nos fascinan tanto porque no se encuentran en la vida real. Una persona muy poderosa puede utilizar su poder para hacer el bien, pero claramente utilizar dicho poder para el mal sale mucho más rentable. Y siempre ha sido así. No vivimos ahora precisamente en un mundo especialmente perverso comparado con otras épocas. Creo que nos fascina el mal sobre todo porque lo vemos terriblemente cera. Te das cuenta de que hay gente terriblemente vil dirigiéndolo todo y que la ausencia de personas decentes en los círculos de poder no es más que una política sistemática de discriminación, es decir, que como seas una persona con ética nunca vas a llegar ahí arriba. Es duro decirlo, pero no hay más que ver el mundo en el que vivimos para darnos cuenta de ello.

 

¿Algún dirigente de los que has retratado a quien regalarías algún retrato suyo?

Me encantaría regalar el retrato de Kim Jong-il a su hijo, Kim Jong-un. Me parece uno de los tipos más fascinantes de la actualidad y, si tuviese uno de Donald Trump, pues a él también. Ambos me parecen dos esperpentos que para encontrar algo semejante hay que retrotraerse hasta los tiempos de Hitler y Mussolini para encontrar a dos payasos de un nivel de bizarrismo tan patético. Corea del Norte es un lugar que me gustaría conocer. Me seduce de una manera morbosa, supongo que la versión que tenemos de ese país desde Occidente está algo teatralizada, probablemente por su hermetismo… pero todo lo que llega de allí es tan bizarro… aunque después de lo que dibujé (se refiere a una obra en la que el dirigente norcoreano aparece a punto de ser fusilado) pues no sé cómo se lo tomarían si llegaran a conocer ese cuadro ni si sería buena idea viajar allí.

 

Se tiende a pensar que el hecho de crear obedece a una insatisfacción interna hacia la realidad que a uno le rodea, ¿es un tópico eso del artista como alguien atormentado por la sobreexposición que sufre ante el mundo por su propia sensibilidad o hay algo de verdad en ello?

Sí es verdad que se ha potenciado mucho la figura algo romántica del artista atormentado pero creo que se trata de un cliché asumido por la sociedad. La vida del artista es mucho más prosaica e incluso puede llegar a ser aburrida. Yo me dedico a crear porque es una necesidad que he sentido desde muy pequeño. Si no me dedicara profesionalmente a ello algo tendría que inventarme para poder crear o de lo contrario llevaría una vida de frustraciones. Pero creo que ese mecanismo funciona de una forma más natural, no ha de estar aparejado con algún tipo de neurosis o con un carácter obsesivo o depresivo.

 

¿Es obligación de un artista tomar partido y manifestarse contra todo lo que no funciona en este mundo o debe quedar siempre a su elección? Por otra parte, ¿un artista comprometido corre el riesgo de convertir su obra en propaganda panfletaria?

Creo que el acto creativo está lleno de contradicciones como muchas otras cosas en la vida. Lo que intento siempre es no posicionarme con mi arte. Sí intento que mi obra tenga, si puede decirse, una función social, que el espectador pueda plantearse cosas a partir de lo que ve en  mi obra. Pero si somos sinceros, creo que el arte jamás cambiará la realidad. Puede ser inspirador, puede ser una vía de escape o incluso un motor para el cambio, pero nunca va a ser el cambio. El cambio vendrá por otras vías. Haciendo una reflexión sincera sobre mi trabajo, creo que no soy un artista especialmente vinculado con lo social, y aunque en mis obras aparezcan temas sociales es simplemente porque mis obsesiones, mis intereses, están relacionados con la actualidad. No me siento obligado a posicionarme. Es verdad que me interesa el presente y es sobre lo que fundamento mi obra. Lanzo una propuesta e intento que el mayor número de espectadores se adhieran a ella, pero ahí se acaba mi compromiso.

 

¿Nos puedes adelantar tus próximos proyectos y exhibiciones?

En este momento me encuentro realizando la que será mi nueva serie, que se llama “Power”, en la que se reflexiona sobre la utilización de la escultura como elemento de propaganda y que se exhibirá en la Real Academia de España en Roma durante la primera mitad del año y en lo que queda de año expondré en varias galerías piezas de esta serie. Estoy contento porque tendré la oportunidad de exponer en varios sitios fuera de España porque aquí de verdad que la cultura parece no acabar de tocar fondo y los artistas, como otros profesionales de casi todos los gremios, hemos de buscarnos un mercado fuera, ya que aparte de la situación de crisis que ha afectado mucho al sector, las actuaciones de este último Gobierno hacia la cultura han sido claramente hostiles.

 

http://kepagarraza.com/

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