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Richard Kalvar. Escenas de la cotidianeidad

El nombre de Richard Kalvar está asociado a la historia misma de la fotografía. Una larga carrera de más de cincuenta años en el que ha destacado por la homogeneidad de un estilo, tan aparentemente sencillo, como efectivo, que captura la esencia misma de la vida cotidiana mediante imágenes que transitan entre lo curioso, lo divertido y lo fascinante.

Háblanos de tus inicios en la fotografía, ¿fue un hobby antes de convertirse en una profesión? 

En mi infancia y adolescencia, no tenía interés alguno en la fotografía. Recuerdo haber visto en ocasiones imágenes en la revista Life, pero no me sentía especialmente atraído por ellas. De hecho, sentía que esas tomas tan elaboradas me desanimaban a interesarme más, eran fotos que parecían imponer un modo estandarizado de pensar.

Ingresé en la Universidad, donde estudié Literatura, pero me fui retrasando en mis estudios, así que decidí dejarlo poco antes de cuando se suponía debía graduarme.  Volví a Nueva York y me puse a buscar trabajo, y por una casualidad muy loca fui contratado por el fotógrafo de moda francés Jérôme Ducrot. Nunca supe por qué me contrató, ya que no sabía nada de hacer fotografías. Y entonces, una cosa llevó a la otra…

¿Tuviste algún fotógrafo que haya influenciado especialmente? ¿Fue de ayuda para conseguir tu propio estilo?

Trabajando para Ducrot, probé con la fotografía de moda, pero me di cuenta de que no tenía un especial interés o talento para ello. Pero tomé prestada la cámara de mi jefe y empecé a explorar la calle.  ¡Y fue entonces cuando descubrí a Cartier-Bresson y a Robert Frank!  Aquello realmente me liberó; comprendí que no tenía que hacer las fotos de un modo determinado; que simplemente me podía dejar llevar.  No quería imitar a Henri Cartier-Bresson o a Frank, o a otros que me impresionaban (Friedlander, Diane Arbus, Elliott Erwitt); Simplemente quería compartir su libertad.

En lo referente al estilo personal, vino de forma natural, y de una manera bastante rápida.  Hacía las fotos y, tras ello, miraba a las hojas de contactos.  Iba haciendo marcas con rotulador cada vez más largas bajo las fotos que más me iban gustando y gradualmente fui acotando la selección.  Unas pocas fotos sobresalían con marcas de rotulador en los cuatro lados, y descubrí para mi gran sorpresa que se intuía un estilo natural a través de esas imágenes y vinculadas de manera inesperada a mi personalidad no fotográfica.  Sigo fotografiando del mismo modo.

¿Cuál sería tu principal motivación cuando empuñas la cámara? ¿Capturar un momento curioso sin que importe cuándo ni dónde fue o más bien documentar un tiempo y un lugar utilizando la imagen para ello? 

En general, mi intención no es documentar ni tiempos ni lugares, aunque, en cualquier modo, ambas cosas se infiltran en mis fotografías.  Lo que sí intento es capturar momentos curiosos, pero eso es solo el inicio.  Intento que ese momento curioso se desarrolle y adquiera un nuevo significado dentro de los cuatro lados de la imagen. No sucede muy a menudo que salga victorioso en este empeño.

Eres un fotógrafo americano que vive en París, una ciudad, es mi experiencia personal, en la que la gente no es especialmente amigable frente a alguien con una cámara en la mano. ¿Cómo es tu experiencia allí? ¿Hay alguna ciudad o algún lugar en el que hacer fotos en la calle sea particularmente fácil? 

Recientemente pasé unos días en Nueva York, mi lugar de nacimiento, por primera vez desde el inicio de la pandemia de Covid y puede tomar algunas fotos que realmente me gustan de veras.  No es que fuera fácil, pero las pude hacer con facilidad, ya que había montones cosas sucediendo en la calle a la vez. París tampoco está tan mal. Has de tener en cuenta que tengo mucha experiencia en esto y sé ser bastante escurridizo, algo muy importante en este tipo de fotografía.  Lo que es difícil es fotografiar en un lugar donde no pasas desapercibido, donde tu aspecto es diferente al de los demás, allí donde la gente está muy pendiente y a menudo recelosa de tu presencia.

Y aparte, hay países donde básicamente es ilegal fotografiar a la gente en la calle sin su consentimiento, como sucede en la actualidad en Alemania. Es algo terrible, porque en veinte o treinta años no nos vamos a poder hacernos una idea sobre cómo era el lugar y su ambiente.

Se dice que la fotografía de calle es un subgénero lleno de clichés, que hay demasiados fotógrafos de calle haciendo las mismas cosas y más preocupados en la estética de la imagen que en el valor documental de la imagen. ¿Cuál es tu opinión al respecto? 

Siempre hay demasiada gente hacienda las mismas cosas en todo tipo de artes: pintura, poesía, fotografía, composiciones operísticas, etcétera.  Pero no es una razón para confundir la hierba con la maleza.  Nadie está obligado a expresarse a sí mismo por medio de clichés, y hay fotógrafos de calle que no lo hacen.  Podría decirse que a veces son los fotógrafos equivocados lo que alcanzan mayor repercusión, pero esa es ya otra cuestión.

Personalmente, me preocupa mucho la estética de la imagen, pero solo como una herramienta al servicio del significado del conjunto total.

Empezamos a salir, al menos en los países desarrollados, de un tiempo de pandemia que lo ha afectado todo, incluyendo la disposición del entorno urbano. ¿Es algo que te haya influenciado de algún modo que te haya hecho ver de un modo diferente aglomeraciones de gente, lugares cerrados o la distancia entre personas? 

Sí he de decir que fotografiar a gente que parecen todos iguales (con máscara) se convirtió en algo bastante aburrido, especialmente cuando no puedes ver sus expresiones.  Durante el pico de la pandemia no pude trabajar con libertad por los motivos que comentas, pero también porque sentía que por mi edad era grupo de riesgo.

Eres miembro de la Agencia Magnum, quizás la institución fotográfica más influyente del siglo pasado. Como un fotógrafo que puede ser considerado como clásico y humanista, ¿cómo ves su evolución en estos últimos años? Parece que el nuevo documentalismo está ganando peso dentro de la misma. ¿Es necesario explorar nuevas vías para describir la realidad o estos nuevos modos de aproximarse podrían acabar por trascender los límites de la fotografía documental y el punto subjetivo del fotógrafo volverse más importante que el propio sujeto descrito en la imagen? 

¡Ah! Es una cuestión complicada. Para empezar, no puedo estar perdiendo el tiempo preocupándome por lo que otras personas hacen. Tengo mi propio trabajo el cual me motiva y con el que quiero continuar.  Quiero dejarme llevar y seguir mis sentimientos y no ser dominado por mis pensamientos.  Me siento atraído por fotografías que se han obtenido a partir de una realidad no manipulada, aunque también haya gente que escenifica la imagen que va a hacer y lo haga de forma interesante y entretenida.

Dices que mi obra puede describirse como clásica y humanista; compro lo de clásico, pero no creo que pueda considerarme como humanista más allá de que fotografío humanos. No pretendo mostrar cómo de maravillosos son los seres humanos.  Y con respecto a la palabra “subjetiva”, creo que te refieres a esos nuevos tipos de aproximarse a la realidad, pero podría aplicarse también a lo que he hecho durante los últimos 55 años.  Pero claro, hay modos subjetivos y subjetivos…

https://www.magnumphotos.com/photographer/richard-kalvar/

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